Ya leímos todos los clásicos, ya vimos los TED`s más disruptivos, ya hablamos con nuestros colegas, ya hicimos un Master, una especialización, y hasta un doctorado… y sin embargo, a la hora de gestionar, sentimos una molestia desde hace un tiempo, algo nos incomoda…
Ésta no es muy grande, pero, sin embargo, ya no es lo mismo, estamos perdiendo efectividad, fluidez, energía… En el trabajo, necesitamos volver a explicar, volver a reunir, volver a aclarar, y cada vez la incomodidad se hace más presente. Hay días y días, claro está… pero empieza a preocuparnos.
Sentimos como si estuviéramos oxidados para la gestión.
Lo que antes funcionaba sin ruidos ni contratiempos, ahora, no.
Y sí: se nos oxidó el liderazgo!
Y no por no saber liderar… ¡Si venimos de historias de éxito!, de proyectos bien concluidos, de recomendaciones de colegas en Linkedin, de solicitudes de cartas de presentación de nuestros colaboradores cuando están calificándose en otras empresas… Nuestro pasado está lleno de muestras de que hacemos las cosas bien.
Entonces… ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que NOS pasa?
Nos pasa que sabemos, mejor dicho, sabíamos con certeza lo que es ser un buen Líder. Y si miramos para atrás podemos corroborarlo con lo hecho, no hay duda de ello.
Sin embargo, en el presente ya comenzamos a sospechar… y al mirar hacia adelante, al futuro, ahí no estamos tan seguros…
Es que la realidad que nos rodea se transforma todo el tiempo. No son fotos, es una película de cambio constante. Y, para peor, no parece seguir un modelo o patrón que nos permita elucubrar el paso siguiente o hacia dónde se dirige.
Y además… las personas, los recursos con los que contamos ahora están todos distribuidos en distintos tiempos y espacios. Un caos.
El equipo de trabajo se parece más a un conjunto de gatos con comportamientos aleatorios que a uno al que logramos fácilmente orientar y hacer avanzar al compás del proyecto.
Hay que trascender el liderazgo oxidado, hay que hacerle un lifting.
Y a pesar del contrasentido, el agua (H2O) es una solución…
ANTICIPO al lector: lo que sigue es una metáfora, acompáñenme en el pensamiento:
El agua tiene distintos estados. A) Es líquida, lo que le da gran facilidad de fluir, de tener presencia, de ablandar, de integrar, de destrabar. B) También puede ser sólida, aportando dureza, estructura, firmeza, ocupando un espacio, y C) puede presentarse gaseosa, siendo liviana, voluminosa, transparente, ágil y con una densidad que puede ajustarse.
El Liderazgo actual tiene que tener estas nuevas capacidades de transformación. La realidad del mundo VUCA o VICA, (en español: volátil, impredecible, caótico y ambiguo) hace que un enfoque único, permanente en el liderazgo, sea el camino al fracaso.
Los proyectos cambian continuamente, y ahí las Metodologías Agiles han venido a subsanar en parte este problema.
Las personas en los equipos ya no son motivadas por Líderes que saben, sino por líderes que comparten e inspiran.
El trabajo es colaborativo, con pocas estructuras jerárquicas, y los proyectos se ejecutan mediante el descubrimiento de cómo hacer las tareas más que siguiendo un procedimiento preconcebido de lo que debería ser “lo correcto” para la consecución de los objetivos. Es la actual nueva realidad. Los equipos ya no se “reúnen”, sino que se encuentran en espacios virtuales, donde ni el lugar ni el tiempo son únicos.
Este es el nuevo escenario, que a instancias del Covid19 se ha hecho realidad, quebrando la tendencia a lo virtual que ya veníamos percibiendo como acelerada. Hay disrupción: no hay vuelta atrás.
Entonces, ¿qué es lo que tenemos que desarrollar para des-oxidarnos?
Primero y ante todo, asumir nuestra imperfección actual y futura, curar nuestro ego para que podamos admitir que necesitamos mentoría reversa, o sea, que nuestros colaboradores nos ayuden a liderar. La forma es Líquida, que fluya, que sea informal.
Sin embargo, tenemos que tener presencia, pero ésta ya no es “presente”, sino que tenemos que gestionarla en forma virtual. La nueva realidad es virtual.
A través de las redes nuestro equipo nos conoce. Según lo que publicamos, interpretará nuestros valores, nuestra ética, lo que afirmamos y lo que evitamos. Sólidamente, ya que en la web no hay amnesia y todo, absolutamente todo lo que publicamos, queda registrado.
Debemos obviamente usar la tecnología.
En general, los que estamos ocupando lugares de responsabilidad en las organizaciones hoy en día, no somos nativos digitales, entonces, el uso de esas herramientas no está en nuestro “top-of-mind” sino que viene después.
Digámoslo así: si para anotar algo lo primero que buscamos es una birome y, solo después de no encontrarla y blasfemar bajito, utilizamos cualquiera de las innumerables opciones tecnológicas para escribir una nota, entonces, los nativos digitales (menores de 25 aproximadamente) son nuestra primera y mejor opción para que nos mentoreen.
Nuestro equipo es gaseoso: se expande hacia individuos que ni siquiera vimos en persona y posiblemente nunca lo haremos. La IA es parte de este team, y sus algoritmos son casi nuestros directores. Me refiero principalmente al marketing, a la publicidad de los productos y al acceso vía web a nuestros clientes: aquí el Algoritmo es nuestro Soberano. Y ni hablar de informes de inversión, lecturas recomendadas, etc…etc... que directamente llegan a nosotros sin ningún intermediario humano en el proceso.
Así las cosas, ¿por dónde empezar?
Podríamos embarcarnos en un camino de autoconocimiento y autopercepción por nuestra cuenta, pero ¿tenemos el tiempo?
También podemos acceder a herramientas como DISC, que nos permitan acelerar el proceso, dándonos un punto de partida claro, seguro y concreto del estado de medición de nuestro liderazgo, de nuestro carácter, de cómo reaccionamos al cambio, y otros ejes críticos para este desarrollo. Así, vislumbrando el objetivo, percibiendo el camino y conociendo nuestras propias herramientas actitudinales, comenzaremos a transitar firmemente el proceso de desoxidación. Esta es la invitación.
Antes, los días contaban, ahora cuentan los minutos.
Charly Dell´Aquila - Partners HPI
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